Abarca mundos, pero nunca intentes abarcarme,

almaceno tu palabrería más ruidosa con sólo mirarte.

Walt Whitman.

lunes, 19 de octubre de 2009

Tenía la mirada ingenua de Grace Kelly, la sonrisa pícara de Marilyn Monroe, la serenidad de Ingrid Bergman, la risa desordenada de Audrey Hepburn y la suerte de ninguna de ellas. Quería desayunar con diamantes, amar a Humphrey Boggart, ser La Chica y casarse con un príncipe azul. Jugó los dados y perdió. Sus peliculas no se anunciaban en grandes carteleras, su sonrisa no aparecía en portadas de revista, aunque alguna vez lo hicieron sus pechos. Sus diálogos no pasarían a la historia del cine, no habría glamurosas fiestas de estreno, ni limusina hasta la entrega de premios. Nadie escribiría su biografía. Mamá quiso que fuese maestra, ella quería ser diva. Ahora era la fantasía sin cara de los solitarios libertinos de los cines de medianoche. La princesa de toda una generación de cenicientas sin zapato. Su última decisión fue como habría querido vivir, entre champan y vicodina, con Frank Sinatra girando en el tocadiscos de Papá. Sin motivos para sentirse moderadamente orgullosa. Cry for me, Hollywood.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

sencillo, suave. Simplemente genial.

Sheena Rogers dijo...

Este sí :)

Dara dijo...

Tenía tantas cosas de tantas, que no quedó nada para ella sola. Quizás por eso nunca dio con su zapato.


miau,
encanto

Carla dijo...

Me encantó!