Abarca mundos, pero nunca intentes abarcarme,

almaceno tu palabrería más ruidosa con sólo mirarte.

Walt Whitman.

jueves, 27 de agosto de 2009

El día que vivímos

Un frío punzante, repentino, hiriente aterrizó sobre su brazo descubierto. Una gota de agua. El cielo había estado gris durante todo el día, pero las previsiones del tiempo anunciaban una posibilidad de lluvia muy baja. La explanada se había ido llenando de gente durante la última media hora, ahora todos miraban hacia arriba con fastidio. Intercambió una mirada con Fabio que, consternado, le daba una patada a la escalerilla que llevaba a lo alto del escenario, a lo alto de sus expectativas. Había pasado meses organizando aquello, despediciado interminables horas suplicando subenciones, buscando patrocinadores, tramitando permisos, haciendo realidad lo que soñaba desde los quince años. 'Por la patilla', su festival de música gratuito, su idea de utopía, su sonrisa de cada día desde hacía dos años, cuando decidió hacerlo realidad. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, pero la gente no se movía, nadie corría a ocultarse, solo miraban al cielo y a sus pies donde la tierra seca de un agosto con las temperaturas más altas en años comenzaba a transformarse en barro.
-Menos mal que está lloviendo...-dijo una voz en su oído. Era Victor, siempre optimista.
-¿Por...? Si os moríais de ganas por salir...
-Si, pero con el bajista semi-inconsciente, es dificil tocar.
-¿Qué le ha pasado a Ser?
-Que con los nervios le da por imitar a Lou Reed y había demasiado ron a su alcance... jaajajajaja, en otro momento le partiría el bajo en la cabeza, pero le ha salvado la lluvia.
-Jajajajaja sois unos colgados, tío, algún día os la vais a cargar en serio. Oye, ¿qué hace ahora?-miró con curiosidad hacia la escalerilla, dónde, con serias dificultades, Sergio intentaba subir al escenario.
-No sé, joder... voy a ayudarle porque fijo que se cae y como se joda un solo dedo... lo mato...
Pero cuando llegó, ya había subido, con una acústica en la mano que trataba de enchufar a los amplificadores tapados con plásticos que todavía no habían retirado con la esperanza de que parase de llover.
-¡Bájate de ahí, que te vas a electrocutar, idiota!-le decía Victor sin mucho interés. Todo el mundo miraba al escenario, la lluvia no daba tregua, todos estaban calados ya. Finalmente, consiguió enchufar la guitarra y, tambaleándose se colocó en el centro del escenario. Se hizo un silencio sobrecogedor, sólo se escuchaba el sonido de las gotas de lluvia estrellándose en el suelo. Las miradas de asombro de cientos de personas estaban concentradas en Sergio que, sin percatarse de la expectación que causaba, se colocó el sombrero y comenzó a tocar los acordes de 'Let it be'. Y todo el mundo cantó al compás del viejo himno. Cientos de voces, de corazones, de personas fueron una. Aquel día, bajola lluvia, 'Let it be' tuvo más significado del que jamás habrían concebido Jonh y Paul. Cuando la canción terminó, todos comenzaron a aplaudir y a vitorear a Segio, que desconectó la guitarra y la dejó sobre el amplificador. Dio unos pasos hacia el centro del escenario y, ante el estupor de todos, vomitó a un lado, se inclinó para agradecer los aplausos y se desmayó sobre el público, que le recogieron encantados, dejándole en el suelo.
Ninguno de los presentes volvería a sentirse tan vivo como aquel día.

domingo, 23 de agosto de 2009

In the sky, with diamonds...

Los ojos teñidos de muerte y una sonrisa de falsa resignación, deseando acobardada la fe que jamás tuvo. Nunca había pensado en ello, nunca tuvo miedo, nunca la vio como algo real. Este final no era para ella, una cama, poca luz y mucha gente alrededor, pero no tuvo fuerzas ni valor para levantarse de la cama, dejar esa horrible habitación y morir bajo la lluvia, como en las películas de los años cuarenta, como aquellas heroínas románticas.
No pensaba en la gente, había pensado mucho en la gente últimamente. Sólo pensaba en la muerte. Iba a morir en menos de un mes; dejaría de existir, no podía levantarse de la cama, no podía hacer un último viaje, no podía pasear por el parque, sólo podía pensar. Pensar en la muerte. Porque cuando te dicen que vas a morir y no puedes levantarte de una cama con olor a enfermedad sólo puedes pensar en la muerte. Quería dejar algo, una huella, una prueba que constatase su existencia. Había pensado en escribir algo, incluso había pedido un cuaderno, ahora tenía un bonito cuaderno de tapas azules sobre la mesilla, pero no había sido capaz de comenzarlo, era como si empezar a escribir ese cuaderno lo convirtiese todo en real, no había tenido valor.
INSTRUCCIONES PARA SEGUIR SONRIENDO CUANDO YA NO PUEDA OBLIGAROS,
decía la primera línea.
-Todos los días, sobre todo los tristes, tenéis que escuchar la música con el volúmen reglamentario, es decir, el que haga temblar los muebles de la vecina.
-Los martes, tenéis que doblar la ración de regaliz, para que la semana no se os haga tan larga.
-Nunca perdáis el tiempo.

Y le seguía una línea tachada, como si se hubiese arrepentido de algo que pensaba aconsejar. Unos renglones más abajo continuaba con aquella caligrafía tan suya.
No sé, creo que tampoco lo he hecho tan bien con mi vida como para deciros a vosotros qué hacer con la vuestra, así que, solo una cosa más: por favor, SED FELICES.
Al final siempre acabo haciendo las cosas mal y tarde, ya no voy a poder llenar este cuaderno de historias, sonrisas, personajes, lugares ni fotos, como debería haber hecho. No importa, creo que tú podrás hacerlo mejor, es mi única petición, llena este cuaderno de vida, que yo no tengo tiempo.

Y ahora me toca a mí llenar este cuaderno. Porque ella ya no está. Porque tú ya no estás. Te fuiste. Luchando. Hasta con la muerte tuviste que luchar, ni siquiera Ella te lo puso fácil. Pensaba que si no me despedía de tí no sería real, que no te pasaría nada, que volverías a casa como las otras veces. Que infantil. Ahora mal y tarde, como siempre, en eso nos parecemos, tengo que despedirme de tí y acabar lo que tú empezaste.
Eras una persona especial, eras todo lo que una persona puede ser en tan poco tiempo, eras lo que quisiste ser. Tenías una mirada directa, brillante, pasabas por el mundo dejando tu perfume de fresas con nata, regalando sonrisas y fomentando sueños. Creo que nunca llegué a intuir siquiera quién eras. Todavía me pregunto quién sería aquella persona que entró en nuestras vidas, las descolocó y se fue dejándose su luz, Lucía.





Duele usar el imperfecto de indicativo.

sábado, 22 de agosto de 2009

Te espero en: 40°26′N 3°41′O / 40.433, -3.68340°26′N 3°41′O / 40.433, -3.683

Se encendieron las lucecitas, había que ponerse el cinturón, iban a aterrizar. Miró por la ventana y le dio la bienvenida el amanecer de la ciudad de los sueños que nacen y los aviones que despegan. Le dio la bienvenida su Madrí, como ella decía con esa encantadora chulería inconsciente que se respiraba en aquella ciudad mágica. Se agarró tan fuerte al reposabrazos que los nudillos se le pusieron blancos, odiaba los aterrizajes.
-Odias los aterrizajes.-había dicho ella cuando le conoció, con esa espontaneidad y ese gesto impaciente que la caracterizaba. Él lo negó y supo que había perdido cuando sonrió con indulgencia y le regaló otra perla sobre la ciudad que amaba, una de esas cosas que no se encuentran en las guías.
-No te gustará Madrí, es un continuo aterrizaje.
Ella era un continuo aterrizaje, una turbulencia, era como salir del metro de Banco de España viendo la luz rojiza caer sobre el Retiro, era cruzar la Gran Vía por medio sin mirar, era Madrid en estado puro.
Aquel día comprendió qué quería decir la chica de los ojos de luna cuando hablaba de Madrí, pero le gustó, se enamoró de la ciudad del "No pasarán", del viento del pueblo, de los locutorios dónde se hablaban mil idiomas...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Con el tiempo la lluvia dejó de repiquetear en los cristales y ellos dejaron de declararle sus intenciones al mundo desde la cama. El brillo de los ojos grises que tenían la culpa de esta puta locura dejó de iluminar la casa, las facturas de la luz comenzaron a llegar, la tele trató de competir con el sonido de sus risas los domingos por la mañana y a veces se adelantaba en el marcador.Eso, dijeron después, fue madurar. No nos engañemos, eso fue fracasar...