Abarca mundos, pero nunca intentes abarcarme,

almaceno tu palabrería más ruidosa con sólo mirarte.

Walt Whitman.

miércoles, 8 de abril de 2009

Con un par de aspirinas

Un martilleo constante. Un dolor agudo. Intermitente. Impertinente. Despertándola de la nada, el paraíso de sus sueños. Parpadea confusa, mira alrededor, ha vuelto a despertarse en un lugar desconocido. Trata de recordar, unos ojos castaños se entremezclan con una camiseta de AC/DC y canciones de Calamaro. Oye ruido en la cocina y comienza a vestirse, la boca le sabe a fracaso, tiene el pelo alborotado y los pies fríos. Recoge su bolso y sale por la puerta tratando de no hacer ruido y deseando que el ascensor no tarde, las presentaciones a estas alturas sobran y está aburrida de las absurdas y civilizadas fórmulas, no quiere darle su telefono a nadie, no espera que la llamen ni pretende llamar, sólo quiere que la dejen en paz.
En el ascensor, saca una goma del bolso y se recoge el pelo, mientras, examina su rostro ante el espejo, apenas quedan rastros del maquillaje de la noche anterior, tiene ojeras y las pupilas dilatadas, pero hay una marca más profunda, algo que no se aprecia a simple vista, la mirada de derrota, de abatimiento, las arrugas de su alma. Busca en el bolso y saca un cigarrillo y un mechero, lo enciende mientras sale del portal, tratando de ubicarse mientras desayuna frustraciones y humo. Comienza a caminar en dirección a su casa, encendiendo un cigarrillo con otro, sonriendo a los niños pequeños con los que se cruza y tarareando esa canción de Sabina que tanto le gusta. Al pasar por delante del bar de Carlos para a comprar tabaco, todos la saludan, Amelia, sonrie a Juanjo el mecánico del taller de al lado, a Pedro el panadero y a todos los demás conocidos, nunca nada cambia allí. Sube a casa fumando, deja el bolso encima de la silla y enciende el equipo de música, la voz de Janis Joplin le da la bienvenida a la angustia de su día a día. Se toma dos aspirinas y mientras se desnuda camino de la ducha, le viene a la memoria una escena de la noche anterior en la que un caballero andante trataba de salvarla de otra experiencia vacía. El agua caliente le resbala por la espalda, le devuelve, poco a poco, todos los recuerdos que no necesita. Llora. Llora por sus experiencias vacías, por los consejos que no sigue y por la impotencia de no poder salir de esa sordidez. Sólo es otro día más.

Ahora es demasiado tarde, princesa...

6 comentarios:

Sheena Rogers dijo...

Algún día saldrá de esa rutina sin esperanza. Ella no necesita caballeros andantes

Dentro de poco sorpresa :)

Un beso!

Franz dijo...

Las experiencias son enriquecedoras hsta que nos volvemos mecánicos y decadentes, entonces es el momento de reaccionar, de no volver a sentir ni un vacio más en el alma cuando todo queda atrás.

Te deseo una Semana "Santé" agradable.

Besos :-))

seykozz dijo...

Que pases una semana santa genial!! te propongo que describas tu viernes santo!!! todo cerrado... la ciudad muerta... en fin... eso si no sales de la ciudad..!!XD..

BEsossssssssssss

Dara dijo...

Cat la observa desde la ventana, y sabe que llegará el día en que termine por fumarse el alma y resurgir de sus cenizas. No necesita caballeros, solo tiempo y ganas. Si las tiene, la batalla está ganada. Si no, solo le queda rendirse.


un miau de pastel de chocolate

marta dijo...

No debe renunciar jamás a aquello que desea. Hoy quizás llore, pero mañana, si lo quiere con ansia, sonreirá :)

Un beso MUYGRANDE.

Tipotrópico dijo...

Lo bonito de lo ordinario es que existe porque también existe lo extraordinario. Y, o una de dos, o su vida es extremadamente ordinaria (lo que sería extraordinario), o de vez en cuando algún acto extraordinario asomará por ahí. O si no, a buscarlos! Dile a la princesa de mi parte que manos a la obra!