Abarca mundos, pero nunca intentes abarcarme,

almaceno tu palabrería más ruidosa con sólo mirarte.

Walt Whitman.

martes, 17 de marzo de 2009

Leyendo en tus sonrisas

Este era su tercer año dando clase, nunca había tenido una alumna tan brillante, nunca había tenido una alumna tan difícil. Siempre tenía algo que decir, siempre tenía una causa, una lucha, una reivindicación, era pura energía. Habían sido dos primeras semanas intensas, muchos mohínes y risas escépticas después había conseguido establecer algo parecido a la cordialidad. La ironía había dejado paso a la simple curiosidad, cada clase era una batería de preguntas, en las que sin darse cuenta ella iba dando más información de la que recogía, haciéndole sonreír con sus ideas acerca de los problemas del mundo y sus soluciones. Sonó la sirena, sólo quedaba una clase y acabaría el jueves, por los pasillos se armaban corrillos en los que se declaraba la guerra, se firmaban acuerdos de paz o se hacían negocios. Al pasar delante de un grupo de chicas las voces cesaron y sólo se oyó un saludo que sugería muchas más cosas.
-Hola profe...
-Hola Cristina.
Decidió ignorar las miradas cómplices que intercambiaron ante su respuesta. Sabía como le miraban algunas de sus alumnas, pero mientras atendiesen en clase el motivo por el que lo hicieran no le preocupaba, tal vez conseguiría que les picase la curiosidad y se interesasen por la historia o por algo. Aún estaba en esa edad en la que creía que podía cambiar el mundo enseñando, que podía hacerles entender que conseguirían el mundo con sólo proponérselo, que harían algo importante. Complejo mesiánico había dicho ella cuando les soltó aquel discurso en clase, ella también creía lo que les había dicho, pero su personalidad estaba afectada por una continua lucha entre el nihilismo que le inspiraba aquel ambiente y los ideales en los que se empeñaba. El jaleo se extendía por la planta de abajo, mientras esperaban para entrar en clase de música y allí estaba ella, sentada en el banco frente a la puerta del aula de música, leyendo. Reconoció la portada del libro, 1984 y sonrió, dudaba que la mayoría de sus compañeros llegaran a leer ese libro alguna vez, ella tenía quince años y leía cosas que él no llegó siquiera a conocer hasta la universidad. Se acercó a ella.
-¿Estás leyendo 1984?-levantó la vista, molesta ante la interrupción, pero le cambió el semblante al comprender su pregunta.
-Sí
-¿Y te está gustando?
-Claro.-no le gustaban las preguntas obvias.
-Deberías leer "Un mundo feliz"... es interesante también.-sonó de nuevo la sirena que marcaba el comienzo de la última clase.
-Gracias, cuando termine este lo miraré...-cogió su cartera y se reunió con sus compañeros.
-Lucía
-¿Qué?
-De Aldus Huxley.
Una sonrisa, luminosa como su nombre, dio sentido a aquel jueves gris.

En una época de mentira universal,
decir la verdad constituye un acto revolucionario.

7 comentarios:

Sheena Rogers dijo...

No eran solo las sonrisas, sino también esas ganas de querer vivir en un mundo mejor de lo que realmente era...

Al final parece ser un puente distinto de lo que parecía en un principio

¿Por qué siempre tendrás razón? xD

Besos!

Anónimo dijo...

Un mundo feliz.


Sólo porque es mentira.

Roberto dijo...

un libro puede cambiar una vida, a mi me pasó...

Dara dijo...

No sé si va por donde creo que va. Me recuerda a mi segunda novela, ese juego, el poder de ella sobre él, y la fascinación. Pero si es lo que creo que es, el tema alumna/profesor está muy trillado.


un miau encima de un elefante.

Anónimo dijo...

Lucía. sonrisa paramiescritora.

Anónimo dijo...

4º de bachillerato fue muy grande,
nunca se me olvidarán los geniales
profesores que nos enseñaron.
Jo, ahora me ha puesto triste,
¡quiero música e historia de 4º!
Jopé, ¡te odio!

Anónimo dijo...

Que sepas que leo tu blog y me encanta^^

adios pequeño duendecillo^^